La culpa en el encierro

La culpa en el encierro

La culpa en el encierro

By Sofía Sánchez de Tagle

www.mamaundiaalavez.com

IG @mama1diaalavez

¿Será normal sentirnos culpables en el encierro?

La culpa es parte del día a día de la gran mayoría de las personas. Ahí está acompañando nuestras decisiones o indecisiones, nuestras acciones o la falta de ellas. Y particularmente en la maternidad la culpa se intensifica.

Especialmente ahora que llevamos encerrados ya un mes, sentimos que los días se vuelven eternos, y esa culpa con la que quizás habíamos hecho las paces y aparecía de vez en cuando, ha reaparecido con fuerza de varias formas. Al menos lo ha hecho para mi.

Hay días que me siento culpable de estar disfrutando tanto esta calma, el no tener prisa para hacer absolutamente nada. El tener esta oportunidad de vivir el momento presente y gozarme tanto a mis hijas. Siento culpa porque ¿cómo puedo sentir felicidad en el encierro, cuando hay millones de personas perdiendo sus trabajos, y peor aún la vida misma?

Siento culpa también de estar absolutamente agotada de pasar todo el día con mis hijas, sin descanso alguno. Cómo puedo no querer estar con ellas si son mis hijas, mi responsabilidad y además soy el adulto que les brinda paz, estabilidad, refugio y soy su lugar seguro. Cómo puede ser que quiera encerrarme en el baño para no escuchar un mamáááááá más. Cómo puede ser que no esté disfrutando plenamente de los momentos mas sencillos, que son los que siempre he amado, y los que más buscaba cuando todo era «normal».

Siento culpa de despertar y sólo querer tiempo para mi, de poder tener espacios de silencio donde lo único que pueda escuchar sea mi propia respiración. Tiempo de no hacer nada y tirarme en un sillón y no cambiar pañales, cocinar, limpiar, lavar, hacer manualidades. Tener tiempo de cerrar los ojos e imaginarme cómo serán las cosas cuando podamos regresar a la calle. Aunque sin imaginármelo sepa que nada va a ser como antes.

Tengo culpa de sentirme triste por no haber podido hacer mis muy soñados viajes de este año. Mi 2020 era mi año de viajar, de celebrar con un viaje mi décimo aniversario y mi cumpleaños. De acompañar a mi esposo en familia a una competencia para la cual se llevaba preparando 9 meses, de ir al cumpleaños de uno de mis mas grandes amigos y maestros de vida, de festejar el matrimonio de una gran amiga. Y siento culpa porque estas son cosas irrelevantes al lado de esto que estamos viviendo.

Siento culpa de no estar siendo la mejor versión de mamá algunos días, de ponerles tele cuando antes casi no lo hacía, de pedir comida en lugar de cocinar porque a veces esta situación me rebasa. De acudir al grito como recurso y darme cuenta que no sirve mas que para generar mas estrés y menos vínculo.

Y saben qué. Bendita culpa, bendita porque me ayuda a asimilar todo esto que estoy viviendo. A saber que es humano, HUMANO y real. Que está bien sentir todo lo que necesite mi mente y mi alma. Porque solo abrazando cada una de mis emociones, incluyendo la culpa, es que sé que voy a salir mas fuerte y cuerda de esta prueba.

Y entonces después de intentar asimilar todas estas emociones puedo estar consciente, desde el profundo amor y compasión conmigo misma, que van a haber días maravillosos, otros regulares y algunos malos. Que un día o la situación de un día no me hace mala nada. Que las cosas que me emocionaban este año y que no voy a poder hacer son pequeñas pérdidas, porque son pérdidas de sueños, de ilusiones, y que está bien ponerle nombre y procesarlas. Que está bien no estar en absoluta felicidad todos los días.

Hoy soy un ser humano intentando SER, en medio de esta situación. Ser antes que nada yo misma para lograr ser una mamá conectada y presente para mis hijas, una esposa relativamente amena a pesar del cansancio y estar presente para las personas mas importantes para mi, a pesar de la distancia. A la vez agradezco infinitamente esta pausa, este mundo extraño que me ha hecho valorar más que nunca todo lo que si hay. Todo lo maravilloso que tengo.

Me da tanta felicidad saber que volverán tantas de las cosas que extraño con mucho mas intensidad.

Volverán esos martes de comidas con mi tribu y mis sobrinos tan caóticamente perfectas, los brindis y sobremesas con mi familia, los helados en la calle, los viajes, los conciertos, los restaurantes, los parques llenos, las calles con ruido. El regreso a la naturaleza.

Volverán las pláticas viéndonos a los ojos, los abrazos y los besos.

Creo que a todos nos cambiará la vida para siempre.

Y la culpa en mayor o menor medida ahí estará. Lo que depende de nosotros es no evadirla o esconderla, sino aceptarla, observarla e interiorizarla. Porque una vez entendiendo qué es lo que verdaderamente la causa y detona, podemos asumirla y dejarla ir. LIBERARNOS.

Y espero que este encierro nos libere de esa culpa estorbosa que nos aleja de gozar el momento presente. Ese que es lo único que si tenemos.

Sofía Sánchez de Tagle

Compartir

Compartir Post:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Últimos Posts:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.